Luis Roca: «Buñuel se empeñó en tratar de entender al ser humano en toda su complejidad»

Habitante de las bellas Islas Canarias, Luis Roca es periodista, corresponsal en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y autor de libros sobre cine e industria turística. En estos días visita algunas ciudades argentinas (incluyendo Rosario) para presentar su documental Benito Pérez Buñuel, cuyo título surgió a partir de lo que el realizador español nacionalizado mexicano Luis Buñuel (1900/1983) le dijo a su amigo Max Aub cuando éste le preguntó por sus influencias: “La de Benito Pérez Galdós es la única que yo reconocería, así en general, sobre mí”. En 2020 coincidieron el centenario de la muerte del escritor y los 120 años del nacimiento del recordado director cinematográfico, guionista y cultor del surrealismo.
El film se se estrenó no hace mucho en salas comerciales de España e incluso en Canarias, donde la producción de cine propio es escasa: de hecho, Benito Pérez Buñuel es el primer documental de Gran Canaria que tuvo distribución comercial. Hablamos con Roca sabiendo que, invitado por el Centro Cultural Parque de España, estará acompañando su película en una exhibición especial en el cine El Cairo.
– Tu película comprende testimonios de especialistas, fragmentos de películas de Buñuel y reflexiones suyas, poemas, canciones, registros de viajes por distintas ciudades, recreaciones animadas. ¿Por qué te interesó abordar el tema de esta manera?
– Me gustan las películas que te llevan por lugares inesperados. El reto más complicado de Benito Pérez Buñuel fue encajar las distintas piezas que componen el puzzle de forma que resultara entretenida, dinámica e interesante. Me gusta la idea de imaginar al espectador meciéndose sobre las olas como si viajara a bordo de un barco, dejándose llevar por el viaje que le propone la película. Después, los archivos gráficos y de películas eran inevitables, lo mismo que hacer de la película una road movie, pues perseguir las confluencias de ambos autores pasaba inevitablemente por estar en Canarias, Calanda, Madrid, Ciudad de México y Santa Bárbara. La apuesta de hacer del tema una película de cine pasaba por darle una motivación personal real, que en este caso existe, y afrontar el reto de introducir todo el durísimo proceso de producción y personal que he vivido con la productora, Marta de Santa Ana, en la propia película, acercándolo a formas narrativas contemporáneas del documental, como la auto ficción, el falso documental y el cine de animación.
– ¿Te atrajo, como parte de tu investigación, analizar las adaptaciones que se han hecho de la obra de Pérez Galdós para el cine? En Argentina, por ejemplo, en los años ’50 se realizaron dos películas basadas en obras suyas.
– La película se centra en el pensamiento común de Galdós y Buñuel, dos de los grandes creadores de los siglos XIX y XX. Si son tan interesantes las adaptaciones que Buñuel hace de Galdós es porque hace una lectura de su obra profunda y trascendente, yendo más allá de la propuesta del escritor en algunos casos. Síntoma inequívoco de esa admiración de Buñuel por Galdós es que se trata del cineasta que más adaptó a Galdós: dos veces, además de tener múltiples referencias en otras cinco o seis. He intentado revelar lo nuclear de esas convergencias en la película. Hay muchos temas que se apuntan, como el del interés de Galdós por el cine en un tiempo en que el nuevo medio era todavía denostado como espectáculo de barraca de feria. Quiero pensar que las muchas adaptaciones que se han hecho de novelas del autor canario, incluyendo las argentinas, son en parte un homenaje a eso.
– ¿Qué crees que ha aportado Buñuel al cine o incluso, como artista, a la cultura del siglo XX? ¿Hay alguna de sus películas que te guste especialmente? 
– Buñuel es uno de los grandes cineastas del siglo XX, un intelectual capaz de convertir su pensamiento en algunas de las más poderosas imágenes cinematográficas de la historia del cine, llenas de poesía. Su vida fue un empeño en tratar de entender al Hombre en toda su complejidad, social e individual. Comparte ese empeño con Galdós aunque es mucho más pesimista, fruto de su propia experiencia vital en el convulso siglo XX, de conflictos mundiales desastrosos con incontables víctimas. Además, como nació en 1900, es fácil seguir el rastro del siglo pasado a través de su cine. Toda su obra es valiosa y compleja, hasta en las películas más alimenticias. Recomendaría Nazarín (1958), porque ahí expone toda la hondura de su pensamiento religioso, y recomendaría encarecidamente leer la novela homónima de Galdós en que se inspira.

Fernando G. Varea

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