Clara Zappettini: «Todo trabajo audiovisual es como una batalla»

Cuando se presentó el libro Huellas e historias del cine platense 1955/1978 en el reciente 37º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Clara Zappettini (Buenos Aires, 1940) protestaba con una sonrisa porque en la tapa había una foto suya, aunque –más allá de su modestia– ese reconocimiento parece razonable para quien, después de estudiar cine y TV en las universidades de la Plata y del Salvador, empezó a ocupar con dignidad espacios importantes en el medio audiovisual en tiempos en que no era habitual encontrar allí mujeres. Buscar en la web información sobre sus trabajos, sin embargo, no es tarea fácil: como ocurre con otros valiosos profesionales argentinos de su generación, no ha sido muy entrevistada. Tal vez por ese motivo, o por su comunicativa personalidad, se predispuso sin problemas a que le hiciera una serie de preguntas. La charla se inició en noviembre en Mar del Plata y continuó, desde Rosario, por mail y por whatsapp, nutriéndose de comentarios de Zappettini sobre contratiempos varios (el viento marplatense, el calor porteño, algún problema de salud, los ruidos imprevistos en el consultorio del departamento de arriba al que alquila) con sus numerosos recuerdos.
– ¿Es cierto que, cuando empezaste a estudiar cine, Antonio Ripoll te dijo “Las mujeres no pueden ser montajistas, solo cortan negativos”?
– Sí, fue realmente así. Muy amablemente, evitó el compromiso de dejarme ir a la cabina para ver cómo se compaginaba. Habíamos tenido dos años de clase con él en La Plata. Teníamos una moviola vertical, la única vertical que recuerdo haber visto alguna vez. Ripoll era muy macanudo y tenía mucha confianza con nosotros, por eso me atreví a planteárselo. Le había dado trabajo a compañeros nuestros, como Armando Blanco y Carlitos Piaggio. No recuerdo cómo era el tema del pago pero era algo rentado. Yo además veía en el montaje –que siempre me interesó– la posibilidad de trabajar, ya que estábamos terminando los estudios y había que ver para qué lado rumbeaba uno.
– ¿Te costó desarrollar tu vocación siendo mujer?
– Yo lo que tenía claro es que no tenía una vocación doméstica. Con todo respeto, lo digo hoy también: no soy ama de casa. Me encantaría serlo pero no lo soy. A lo mejor era también la marca de mis padres inmigrantes, esa necesidad de pensar en el trabajo. Por ser mujer me costó integrar equipos de trabajo y tener autoridad, pero también por mi carácter: uno tiene que tener flexibilidad y no siempre fui muy flexible que digamos.
– En la presentación en Mar del Plata del libro sobre la carrera de cine de la Universidad Nacional de La Plata se mencionó en varias ocasiones a Raymundo Gleyzer. ¿Lo conociste?
– Lo recuerdo muy poco, no lo traté. Raymundo no era de nuestro grupo. Sí me acuerdo que me había impactado mucho su trabajo en Malvinas, para Canal 13. Lo que me molesta es esa actitud que tenemos en general en Argentina, de subrayar y engrandecer la entrega de la vida en favor de la patria y a través de la profesión. No tengo por qué criticarlo a él ni a los que se dedicaron a la política en forma expresa y violenta, pero hay distintas formas de vivir la patria y de encarar la propia vida.
– En 1968 participaste del Festival de Mar del Plata como coordinadora en seminarios de especialistas en cine. ¿En qué consistía tu trabajo?
– En ese momento el secretario del festival era el periodista Germinal Nogués, del cual me hice muy amiga. La tarea consistía en coordinar los encuentros culturales que habían caracterizado al festival hasta ese momento. No únicamente invitar directores, como ocurre últimamente, sino organizar charlas. Otros años había sido coordinador Rolando Fustiñana [Roland], que había sido profesor nuestro de Historia del cine. Se trataba de organizar esos encuentros y estar en los lugares donde se realizaban.
– De 1972 a 1979 fuiste productora ejecutiva en Canal 7 (TV Pública). ¿Cómo fue esa experiencia?
– Yo trataba de evitar cierto tipo de situaciones, me refiero a algunos invitados en determinado momento… Pero me acuerdo cuando se anunció la tablita [cambiaria] y la llegada al canal de Martínez de Hoz, que me quedé para espiarlo un poco. La famosa tablita la explicó en un pizarrón con tiza. Huelgan mis comentarios. Prefiero hablar de las cosas que pude realizar. Hubo, por ejemplo, un proyecto con Roberto Grasso sobre inmigrantes españoles e italianos, llegamos a grabar entrevistas que después regrabábamos en off con otras voces, como un relato. Eso fue en diciembre de 1975 y principios de 1976. Al volver de unas vacaciones, quisimos retomar esa experiencia pero con el golpe [del 24/3/1976] el proyecto se desmembró, solo pudimos revivirlo en un programa especial de una hora y media que fue un desastre como realización. Había además muchos programas que no eran de nuestra creación, que salían en vivo. Todos los días, por ejemplo, había programas musicales específicos: uno de tango, otro de jazz, otro de folklore. Recuerdo que Antonio Tarragó Ros debutó en ese viejo Canal 7 de calle Viamonte, inclusive –aunque él no se debe acordar– le ofrecí presentar un programa litoraleño porque no teníamos quien lo hiciera, y, como él siempre fue tan dicharachero, aceptó. Se fomentaba muchísimo la música de Argentina. Me acuerdo también que estuve en la coordinación de producción de los programas del Teatro Colón, que transmitían los espectáculos más importantes que se hacían allí. Eso dentro de la programación, por supuesto en blanco y negro.
– ¿Es cierto que cuando empezaste a trabajar en TV conociste a Luis Moglia Barth?
– Lo de Moglia fue un privilegio de mi vida, que yo, tímida y corta, no supe aprovechar en ese momento. Él andaba por los setenta y pico de años y estaba en la pobreza, en la lona; de hecho, terminó sus días en la Casa del Teatro… como corresponde a uno de los primeros directores que hicieron cine sonoro en la Argentina (se ríe, irónicamente). A mediados de los años ’70, este señor había conseguido un apoyo del Fondo Nacional de las Artes, que le prestó su filmoteca para un programa de TV que se llamaba El cine y el Fondo Nacional de las Artes. Utilizó ese material, que era reversible, reeditando las películas que pasaba en moviola. El problema fue que no le dieron oportunidad ni horarios para rearmarlas después, o sea que ese material quedó desarmado. Mucho después, por el 2005, jovencitos de la época en un documental que hicieron sobre el FNA lo criticaron por esta cuestión de depredar el material. Pero, en realidad, no lo depredaba sino que lo ponía en valor. Trabajaba solo, era muy exigente. Ese programa duró unos meses y era simple, digamos, pero de gran envergadura, aunque después lo hayan minimizado porque el viejo –como le decíamos– no pudo rearmarlo. Ay de mí cuando no tenemos el foco puesto en el respeto por la gente…
– Fuiste parte de programas televisivos de divulgación cultural muy recordados: Generación espontánea (1974), Argentina secreta (1975, retomado en 1984 como Historias de la Argentina secreta), Historias con aplausos (1989/1992). ¿Qué apoyo tenían?
Generación espontánea es un gratísimo recuerdo porque pudimos tratar en profundidad a un periodista y productor extraordinario como fue Miguel Ángel Merellano. Él traía ese programa de la radio, un programa nocturno que había sido un éxito total. En Argentina secreta mi colaboración fue breve, en la primera o segunda temporada. Llegué a acompañar a Roberto Vacca en algunos viajes. Iba como fotógrafo Jorge De León. El programa era realmente de Vacca y el otro periodista, Daniel Pla, ya que cuando el programa empezó a hacerse en ATC estaba Otelo Borroni. La responsabilidad era de ellos. Historias con aplausos fue un programa de ATC, se generó artesanalmente y pudo existir porque el canal público tenía ciertos elementos técnicos casi artesanales. Ningún canal tenía un transfer en 35 mm, por ejemplo. Y los viejos técnicos –que venían del Canal 7 de calle Viamonte, o incluso del de calle Posadas o del Palais de Glace– armaron un transfer. Nosotros en general pedíamos las películas en 16 mm pero muchas veces nos facilitaban algunos actos (no completas) en 35 mm. La moviola que el canal tenía era grande, de varios platos, y tenía la opción de 16 mm y 35 mm. Es muy loco imaginárselo ahora, en la era digital: ver las películas muchas veces incompletas y marcarlas –porque tampoco las cortábamos– de papel a papel, o sea una entrada y una salida. Después teníamos un horario especial para el transfer en el laboratorio, que tanto el viejo canal como ATC tenían para revelar el material reversible que se usaba en los noticieros. Era un trabajo chino lograr la transcripción en el laboratorio, donde estaba el viejo proyector de 35 mm, pasando a video los fragmentitos que nosotros elegíamos. Se producían simultáneamente tres capítulos de personajes distintos, era la única manera de terminar los programas semanales que eran como mediometrajes de 50 minutos.
– ¿Cómo fue entrevistar a tantas figuras del cine y el espectáculo, la mayoría ya retiradas, incluyendo algunas que no accedían fácilmente a la TV en esos años, como Zully Moreno?
– No recuerdo quién aprobó el proyecto de Historias con aplausos, probablemente haya sido Marito Sábato, que era gerente artístico. Recurrimos a Claudio España para la investigación. Fue un ciclo muy laborioso, lo mismo que La otra tierra (1986/1988, retomado en 2000), sobre los inmigrantes, con Marta Prada como investigadora. Porque obviamente no se podía improvisar. En general, se encaraba de entrada la búsqueda de material de archivo. Suponéte que te entrevistábamos a vos: ya sabías que íbamos a hablar de tus padres o tus abuelos y si tenías alguna fotografía, un pasaporte, o algún hecho significativo, tratábamos de ilustrarlo de cualquier forma. La otra tierra llegó a tener entre Canal 7 y Canal (á) 99 capítulos. Habría que rescatar esas entrevistas, porque había testimonios de inmigrantes del comienzo de siglo, que habían vivido la primera Guerra Mundial… Pero bueno, alguna vez Argentina tendrá buenos archivos. El apoyo del público para Historias con aplausos fue inmediato. La famosa entrevista con Zully Moreno fue precaria, de eso me hago cargo, porque fue tan difícil durante un año y medio estar detrás de ella… Representó una cuestión emblemática de producción porque no había enfrentado una cámara desde que había vuelto a la Argentina, después de radicarse en España con [Luis César] Amadori por la caída de Perón. Ellos habían sido muy oficialistas, Amadori fue uno de los pocos directores que filmaba porque conseguía película en una época en la que no había. El encuentro con ella fue fantástico aunque tenía un problema de salud del que prefiero no hablar, realmente. Pero ese capítulo logró 11 puntos de rating, que para Canal 7 era completamente excepcional. Para ambos ciclos tuvimos un gran apoyo periodístico. Independientemente que Claudio España, dentro de lo que podía, movía en Espectáculos de La Nación, fue Pablo Sirvén en los comienzos de su carrera –creo que en el diario Tiempo Argentino– quien apoyó mucho este programa y otros que hicimos. Por ejemplo Café con Canela (1985), en el que hacíamos transmisiones en vivo desde las provincias. Pero desde los canales provinciales, no llevando el móvil del canal como se hizo después en El espejo. Historias con aplausos ganó dos premios Martín Fierro seguidos y eso le dio más difusión.
– ¿Hubo gente a la que no pudieron entrevistar o programas que les trajeron problemas?
– Todos los programas eran problemáticos en lo cotidiano. Siempre fue muy difícil hacer cierto tipo de TV. Los argentinos somos un poco problemáticos, en nuestra forma de organizarnos desorganizadamente. De pronto, había que conseguir dos equipos permanentes para rotar, cuando el sindicato te obligaba a salir con once personas para hacer un reportaje (se ríe)… Porque nosotros no solo teníamos la cámara sino también el sonido y la iluminación. Además, estaba el chofer de la camioneta que siempre venía y se metía en un departamento chiquitito, o al revés, en la sala del Liceo, recuerdo ahora, se paraba a inspeccionar lo que estábamos haciendo en la mitad del palco donde estábamos preparando la entrevista con Enrique Pinti. Todo era levemente promiscuo en cuanto a la cantidad de personas. Teníamos también dos editores que rotaban. No te cuento lo que era musicalizar los programas, porque puede ser largo y aburrido. Y sí, quedó gente afuera que no pudimos entrevistar. Una fue María Duval, que tenía una actitud de privacidad muy grande. Por las vueltas de la vida, la llegué a conocer en el Festival de Mar del Plata, cuando en 2001 hubo un homenaje de la sección La Mujer y el Cine a todas las actrices argentinas. Allí aceptó ir. Me acuerdo que fuimos a una cena juntas, fuera del festival, que le habían brindado a ella y a Olga Zubarry. Era una señora encantadora y muy ubicada en la vida. Más para una entrevista para La otra tierra, por el tema de la inmigración, que para Historias con aplausos. Los recuerdo con mucho respeto a todos los que entrevistamos, francamente. Hugo del Carril no aceptó ser entrevistado pero igualmente hicimos el programa con él presente, en su casa, mientras hablamos con el hijo, la hija y otras personas. Cuando entramos, todos me decían “No va a estar, no va a querer ver la grabación” Y yo les decía «¡Pero sí!… ¡Si el tipo ve que entramos con un farol va a querer oler la luz de la cámara que le está dando al hijo! ¿Se va a perder una grabación a esta altura de su vida?» Y efectivamente, en ese departamento de la calle Perón, al entrar había un living grande y a la izquierda un comedor enorme con una mesa muy larga, y Hugo estuvo sentado en la cabecera todas las veces que fuimos a verlo. Recuerdo cuando entramos –de esto tengo testigos vivos todavía–, lo primero que dijo fue “Uh, cuántas mujeres” (se ríe)…
– Es interesante que en tu documental Buenos Aires, la tercera fundación (1979) los protagonistas son los trabajadores, los ciudadanos anónimos. Incluso cuando aparecen algunas personalidades lo hacen fugazmente y sin hablar. ¿De quién había sido la idea de darle ese enfoque?
– El objetivo final era que la ciudad es fundada todos los días por la gente que trabaja. No sé si quedó muy claro, pero era el objetivo. Por eso, no queríamos ponerles nombres a las personas destacadas. Con Roberto Grasso, que trabajó en el guion conmigo, nos habíamos planteado que si poníamos los nombres de Caloi o quien fuera, era distinguirlos. Terminamos poniéndolos en los agradecimientos únicamente. La idea era que el trabajo nos iguala a todos. Volví a verla hace poco y nos preguntamos si hoy la gente reconocería a esas personalidades. La verdad es que no sé… En ese momento se celebraban los 400 años de la segunda fundación de Buenos Aires, la de Garay. Me parece que en la película no se aclara lo de las dos fundaciones, la primera tan cruenta, que termina de una manera tan espantosa. En realidad, para hacer un documental quizás era más atractiva la primera que la segunda… De todas formas, fue una feliz locura. La preproducción, la producción: fue todo muy artesanal, muy precario dentro de nuestros límites, de dinero y creativos. Uno tiene que hacerse cargo de lo que ha hecho y yo lo quiero realmente a este no largo, porque apenas tenía un poquito más de una hora. Pero en fin, Buenos Aires la tercera fundición (como algunas veces la llamé), fue una batalla. Todo lo que tenga que ver con lo audiovisual, o cualquier trabajo encarado en equipo, suele ser una batalla. Pueden ser batallas muy bellas, el problema es después pagar las consecuencias. En una Argentina en la que no había estrenos, ese jueves de junio que era el aniversario de la fundación de la ciudad se estrenó junto con otras dos películas argentinas, en salas de cine cercanas entre sí. Bastante suicida la cosa.
– En un momento de esta película la voz en off que representa a los ciudadanos dice “A veces sos tan pacífica, Buenos Aires”, y la ciudad responde “Cuando ustedes me dejan”. Resulta sugestivo ese diálogo si se piensa que se filmó en 1979 y se estrenó en 1980. ¿Tuvieron problemas de censura o algún condicionamiento?
– La película se pudo hacer porque aprobaron el guion en el Instituto Nacional de Cinematografía. Nos cuidamos muy bien de poner lo que creíamos que podía circular. Desde un punto de vista ideológico, no se ensalzaba lo militar. Nosotros pusimos hincapié en el laburo, en el trabajo. El metamensaje del trabajo no creo que le interesara mucho a esta gente… La película fue un poco consecuencia de ese proyecto sobre la inmigración que te contaba, previo al golpe. Surgió también por la frustración de que nos levantaran un programa documental llamado Memorias de una anciana dama, en homenaje a Buenos Aires, en el que habíamos puesto mucha energía, era muy bueno. No sé por qué lo levantaron, son esas cosas que suelen pasar en el canal estatal, que la programación se levanta de un día para otro al cambiar el director artístico, ese tipo de cosas. Con el mismo equipo surgió la idea de hacer un documental que no fuera histórico, no sobre la fundación de Garay sino sobre el Buenos Aires de todos los días. Y el INC lo aprobó, aunque censura por supuesto que había. Nosotros la filmamos en enero de 1979, sábados y domingos. No había mucha gente en la ciudad y ese fue otro de los problemas que tuvimos. La hicimos con mucho amor pero no previmos esas cosas. Hay un doble juego ahí: se dice “Cuando ustedes dejan de trabajar”… y había cosas que pasaban en la ciudad que no eran precisamente de trabajo ¿no? Era algo muy sutil. Sos una de las pocas personas que pudo entenderlo. Si nosotros hubiéramos encarado la temática del trabajo de otra manera hubiéramos tenido que hacerla con nuestra plata y estrenarla, no sé… El estreno en sí fue otro combate, porque nadie quería estrenar un documental. Llegaron a amenazar a nuestro exhibidor –prefiero no dar nombres–, que renunció después, y a quien hace poco lo vi en un BAFICI… Cuando logramos estrenarla y vimos que no se podía pagar el crédito, fue todo un calvario. Después el Instituto de Cine nos autorizó a hacer exhibiciones en los colegios.
– ¿Cómo se dio tu participación en El palacio de la risa (1992/95), el programa de Antonio Gasalla?
– A Gasalla lo conocía como actor, no personalmente. En un momento determinado me convoca porque yo seguía haciendo Historias con aplausos pero el programa, a pesar de los dos premios Martín Fierro, no salía al aire. En vez de ayudarte te bloqueaban, era bastante feo, un maltrato muy terrible. Cada gerente nuevo venía con sus ideas y su grilla, lo mismo que pasa en general con nuestro queridísimo país ¿no? Cada uno quiere imponer su impronta. Fue entonces que Antonio me convocó para hacer videos sobre figuras importantes de la época de oro del cine y contemporáneos. Cuando llegó el segundo año le planteé que no podíamos seguir con lo mismo y empezamos a recrear situaciones de actualidad. No tengo copias de esos programas, con tantas mudanzas tuve que desprenderme de esas cosas… El inconveniente fue que Antonio me plantó en cámara, y para los que no estamos acostumbrados y de alguna forma le tenemos fobia a eso, la primera vez fue horrible. Pero, por otro lado, fue muy divertido, por los comentarios de la gente que me había bloqueado el programa, porque de alguna manera yo lo seguía haciendo y hasta aparecía ante la cámara. Cosas propias de Gasalla, que siempre fue un tipo muy creativo. Recuerdo cuando falleció Federico Fellini. Fue muy difícil organizar un video para ¡Fellini! (se ríe)… era como una falta de respeto. Y se me ocurrió poner el fragmento de cuando llega el famoso barco Rex, de Amarcord (1973), en un mar artificial, de papeles. El barco no entraba de derecha a izquierda o al revés, sino desde el fondo. No compaginé nada, puse eso nomás.
– ¿Cómo fue tu contacto con otras mujeres cineastas de nuestro país? 
– Lamentablemente a Vlasta Lah no la conocí, sí al hijo y al marido, Catrano Catrani. Tampoco trabajé con María Herminia Avellaneda, aunque la tuve de gerente en ATC en un período no muy largo, en la época de Alfonsín. Hizo un par de películas pero era más que nada una excelente directora de TV, su tratamiento de los primeros planos era muy creativo y dramático. A Eva Landeck la quería conocer, además ella sí puso en su película Gente en Buenos Aires (1974) cosas que nosotros queríamos poner en Buenos Aires, la tercera fundación y no lo logramos. Tenía un concepto cinematográfico muy desarrollado. Con María Luisa Bemberg y Lita Stantic tuve el privilegio de compartir el trabajo en Camila (1983/84). Las productoras éramos Marta Parga y yo. Para mí significaba la tercer experiencia en cine, después de Buenos Aires, la tercera fundación y antes La balada del regreso (1974) con Oscar Barney Finn, en la que yo era multirubro porque llegó un momento en que se fue todo el equipo. Allí era asistente de dirección y llegué a hacer producción. En Camila mi trabajo en la producción fue algo único: hoy se me ocurre que sería una película imposible de producir. Haber conseguido carruajes del Museo de Luján, llevarlos a Colonia transportándolos en el buque bus… Francamente si alguna vez tuve que terminar de comprender muchas cosas del trabajo de producción eso me lo enseñó indirectamente Lita y la experiencia de haber trabajado con María Luisa. Ella no era muy… (piensa) no se acercaba mucho al equipo, en general… Por supuesto que uno hablaba con ella, pero estaba más con el equipo de luz y de dirección.
– ¿Hay en el cine argentino actual directoras que te gusten?
– Hay algunas que me interesan, me gusta mucho Ana Katz. Pero por el infarto que tuve, y después por la pandemia, en los últimos años he ido muy poco al cine y al teatro. Recién en este año que pasó fui al cine, a ver el documental sobre Ennio Morricone y Argentina 1985. Además estoy más abocada al tema de Derecho de Autor, participando de las comisiones directivas de Argentores. Esto me mantiene ocupada y activa.

Por Fernando G. Varea

La sorpresa audiovisual de cada día

Para paliar la inquietud (o la quietud) a la que nos ha llevado la pandemia y la consecuente cuarentena, desde hace tres meses decenas de producciones audiovisuales nos incitan para que les prestemos atención en la TV y en la web. De entre esas propuestas, una apareció discretamente y es digna de celebrar por varios motivos: Filmoteca Online comparte todas las noches, de lunes a viernes (a las 20 hs.), por youtube y facebook, un corto o mediometraje diferente, inédito la mayoría de las veces, pasado directamente de fílmico, que los usuarios/espectadores pueden ir comentando mientras lo ven. El factor sorpresa (no se sabe exactamente cuál es o cómo es el corto que se verá hasta que comienza, insinuándose algo de su temática o su historia en el ambiguo título con el que se lo anuncia) es uno de los incentivos, tanto como la presentación que hace previamente a la exhibición de cada una de las obras el impulsor de esta iniciativa, el coleccionista, docente, periodista y programador Fernando Martín Peña, con esa combinación de erudición e informalidad que lo caracteriza –y que puede apreciarse en sus publicaciones, como El cine quema: Raymundo Gleyzer, El cine quema: Jorge CedrónCien años de cine argentino–, quien cuenta para esto con el aporte de Ignacio Tula y Marcelo Torretta. Quien se pierde la ligera adrenalina de sorprenderse a la hora acordada puede, de todas maneras, acceder después a los videos, que permanecen subidos a la cuenta de Filmoteca Online, completamente gratis.
El material va desde un olvidado corto de Raúl Beceyro sobre relato de Juan José Saer (de despojada y conmovedora belleza, rescatado y restaurado) o trabajos nunca (o muy poco) difundidos de Sam Fuller, René Clair, Jerome Robbins, José Martínez Suárez, Jorge Cedrón y Ricardo Becher hasta curiosos documentales políticos o institucionales y películas animadas de distintas épocas y procedencias. Una de las varias perlas reveladas fue el registro de una entrevista al equipo de realización de Güemes, la tierra en armas (1971) en pausas del rodaje en Salta, incluyendo testimonios del director Leopoldo Torre Nilsson y una Mercedes Sosa nerviosa ante el desafío de tener que encarnar en el film a Juana Azurduy.
Con paciencia de hormiga y contagiosa pasión, Peña y sus cómplices en esta aventura han llegado ya a las 70 ediciones. No es poca cosa en estos tiempos de zozobra acompañar, divertir, sorprender, permitirnos viajar un poco en el tiempo y por distintas geografías, abrirnos pequeñas ventanas a la nostalgia pero también al conocimiento: Filmoteca Online no deja de ser, además de un extraordinario medio de difusión cultural, un gesto solidario.

Por Fernando G. Varea

Imagen: fotograma del corto Compacto Cupé, de Jorge Catú Martín, que puede verse completo en Filmoteca Online (ubicándolo con el nombre Animación Argentina 1).

Historias detrás de una mesa de bar

BARES
(2018, varios directores)

La idea es sencilla y permite ensamblar el mundo del trabajo con el de los afectos, revelándose anécdotas e historias de vida tras las conversaciones que se suceden en el interior de un bar, entre clientes o entre mozos y empleadores. Recuerda a Un cortado, historias de café, el ciclo de ficción que se emitió por la TV Pública entre 2001 y 2006, aunque Bares es una serie web de sólo ocho capítulos (de alrededor de diez minutos cada uno), con el plus de haberse grabado en distintos bares de Rosario.
Escrita, producida y realizada por un grupo de egresados/as de la Escuela Provincial de Cine y TV de nuestra ciudad, gestores de un saludable proyecto (la Cooperativa de Producción Audiovisual de Rosario), este puñado de historias llegó a concretarse gracias al apoyo de Espacio Santafesino. Después de una presentación oficial en el cine Arteón, actualmente puede verse gratuitamente en Cine.ar, la plataforma de streaming con contenidos audiovisuales nacionales sostenida por el INCAA.
Bares exhibe solvencia en sus rubros técnicos y buenas intenciones en su tratamiento, con una sorpresa en el desenlace en la mayoría de los casos. Por encima de algunas frases escritas o dichas con cierta dureza, o que se han salteado una buena revisión (en Mala fama una periodista dice dos veces que alguien fue «protagonista de Pedro Almodóvar»), asoman aciertos dignos de señalar: los enredos y el humor inocentón de Al dente, un final abierto con una discusión que no se oye en Azahares, un buen uso de la cámara en el plano secuencia de Mal trago, un misterio que queda suspendido ante los artificiosos encuentros de Reencuentro. Asimismo, entre los actores y actrices sobresalen, por soltura, frescura y presencia, Ignacio Amione, Raúl Calandra, Eva Ricart, Marita Vitta y Micael Genre-Bert. Asunto para un debate más extenso sería la tendencia de las ficciones locales al costumbrismo derivado de las charlas entre amigos, como si la famosa mesa de los galanes de Roberto Fontanarrosa se repitiera una y otra vez, con ligeras variantes (en Gluteus Maximus, por ejemplo, aunque sean mujeres las protagonistas, asoma la remanida idea del grupo incentivando a un levante).
Si bien los integrantes de COPAR cumplieron en cada corto distintas y variadas funciones, vale destacar a Flavia Barrega por su trabajo de producción general (co-guionista además de Azahares, dirigido por Noelia Durigón), junto a Gustavo Gianelli, Claudio Abba, Gino Bellofatto y Agustín Maggi Fernández, buena gente con la que este periodista compartió clases en la mencionada EPCTV, y de quienes vale esperar con expectativa nuevas obras.

Por Fernando G. Varea

https://play.cine.ar/INCAA/produccion/5961

 

El corazón de las fábricas

LA VIDA DE LAS FÁBRICAS
(2018; dir. Florencia Castagnani)

¿Cuántas veces han aparecido trabajadores de una fábrica en nuestro cine y nuestra TV, en los últimos años? Muy pocas: la ficción suele poner su atención en otro tipo de personajes y conflictos, y en los noticiarios televisivos suelen asomar sólo para dar cuenta de alguna crisis laboral. Cuando en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata compitió el film portugués A fábrica de nada (Pedro Pinho) –más allá de algunos reparos al film que mencionamos aquí– fue para muchos una conmoción encontrar como protagonistas de una historia a un conjunto de obreros.
La serie documental La vida de las fábricas pone su mirada, precisamente, sobre la actividad cotidiana en el interior de diferentes fábricas santafesinas. Dos de los capítulos de la primera temporada se exhibirán en Cine El Cairo el próximo viernes 19/10 a las 20.30 hs: el realizado en Fabricaciones Rosario Cooperativa Ltda. y el de Cristalería San Carlos. Son parte de un trabajo dirigido por Florencia Castagnani, sobre guión de Castagnani y Sebastián Bier, con producción ejecutiva de Luciana Lacorazza y Francisco Matiozzi Molinas, que pudo concretarse gracias a un premio del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe a través del Programa Espacio Santafesino 2014, a lo que se sumó tres años después un nuevo estímulo del Concurso para Serie Federal Documental del INCAA, a partir del cual el equipo produjo cuatro episodios más que completan el ciclo de ocho.
Ambos capítulos comienzan sin vueltas, ya dentro del vasto espacio de las fábricas. En uno, resplandece la iniciativa del trabajo en cooperativa; en el otro, la aceptación de contar con un trabajo que, a la larga, se termina apreciando. Los testimonios en torno a dificultades y experiencias personales, las discusiones, las miradas y gestos de camaradería, van delineando el cuadro humano que conforman esos grupos de trabajadores (varones y mujeres, jóvenes y experimentados, padres e hijos) que comparten horas de su vida en un mismo sitio.
A diferencia de lo que acostumbra hacer el medio televisivo, no hay un periodista mediador sino que los propios obreros hablan de su trabajo, mientras se los ve haciéndolo. En algunos momentos del episodio de Fabricaciones Rosario se los muestra entrando o saliendo de la fábrica, pero no como lo registraban los Lumière: aquí la cámara está siempre adentro, de su lado. El capítulo de la Cristalería San Carlos, en tanto, además de exponer cómo los operarios van dando forma a vasos y jarrones –de manera artesanal, modelando formas y colores–, asoman comentarios acerca del uso que le dan al dinero ganado e incluso la confesión de un joven a quien no le fue fácil integrarse a ese ámbito en el que, “como trabajan muchos hombres», debió soportar algún gesto de prepotencia.
Quienes hemos visto anteriores trabajos de Castagnani sabemos de su sensibilidad; acá, además, tuvo el sostén de valiosos colegas como los ya mencionados, Mauricio Riccio en la fotografía y Fernando Romero de Toma en el sonido. El resultado es óptimo no sólo por su calidad sino por plasmar elocuentemente aquello que, con sencillez, expresó alguna vez una canción de Serrat: detrás (de las máquinas, del debe y el haber de las empresas, de los resortes del comercio) está la gente.

Por Fernando G. Varea

Preguntas en torno a nuestras pantallas públicas (II)

Hace unos días publicábamos las respuestas de los programadores y coordinadores de los cines El Cairo y Arteón y de los centros culturales Fontanarrosa y Lumière a nuestras dudas acerca de cómo eran elegidas las películas que programan en dichas salas (nota que puede leerse aquí). Ahora compartimos con los lectores de Espacio Cine lo que nos ha expresado un representante de 5RTV –el primer canal público de la provincia de Santa Fe, próximo a cumplir dos años de existencia– respecto a la elección del material audiovisual que se difunde en este medio.
FABIÁN GALLEGO
(Subcoordinador artístico de 5RTV – Radio y Televisión Santafesina S.E.)
– ¿Quién o quiénes programan las películas que emiten en el canal? ¿Qué criterios se tienen en cuenta para seleccionarlas?
– En la selección y programación del cine dentro de 5RTV participan diferentes personas de varios departamentos. La programación como tarea de ubicar en día y horario los envíos la lleva el Departamento de Programación, que es el encargado de dar coherencia a las grillas y orden a los programas, series, películas, coberturas y otras piezas que la componen. La selección de los films corresponde al Departamento de Arte y se ajusta según el ciclo en el que se emiten. En este momento contamos con tres ciclos de largos de ficción y uno de cortos del cine mudo. Entre los largos, encontramos un ciclo de cine nacional, con presentador y contextualización del film; uno de directores consagrados, donde un presentador y un invitado relacionado al medio audiovisual conversando sobre el film presentado; y un ciclo diario por la tarde con películas dirigidas al público en general. Nuestro criterio de selección está definido de acuerdo con las pautas de participación, divulgación y compromiso expresadas en la creación de RTS S.E. Damos prioridad a los contenidos generados en la provincia, apuntando a difundir nuestra cultura, a generar fuertes vínculos afectivos con nuestro territorio mientras damos a conocer formas de vida, lugares, modos de producción y temáticas que constituyen a nuestra provincia. En Noche de cine, el ciclo nacional. Las películas seleccionadas son grandes obras de las últimas décadas, algunas de directores consagrados y otras de directores noveles. Encarnación, Un oso rojo y Bolishopping son ejemplo de la oferta variada y de calidad que proponemos en nuestra pantalla. En el marco de este ciclo nacional hemos ubicado una gran cantidad de films de realizadores santafesinos como Hugo Grosso, Florencia Castagnani y Héctor Molina. Como canal público tenemos la tarea intransferible de difundir los realizadores de la provincia y hemos puesto al aire obras consagradas por el público de todo el país como A cada lado y otras que, sin ser de menor valor, se han vuelto difíciles de encontrar o rara vez se programan, como es el caso de El investigador de ciudades de Fernando Zago y 10 mil atados de Daniel Mancini. Estamos preparando una nueva temporada de este ciclo nacional y provincial y ya contamos con Umbral, la premiada película de Claudio Perrín. Noche de cine estrena los jueves a las 22 y repite los sábados en el mismo horario. En los ciclos Noche de cine y Grandes directores contamos con la ayuda imponderable del periodista y crítico rosarino Leandro Arteaga que, además, conduce ambos envíos semanales. Grandes directores es un ciclo dedicado a presentar títulos referenciales de realizadores internacionales. El programa recrea un living y en él se ubican Arteaga y un invitado para intercambiar opiniones sobre la película y su director. Hemos emitido películas como Tootsie de Pollack, Átame de Almodóvar y La conversación de Coppola, y hemos tenido invitados de la talla de Andrea Fiorino, Juan Aguzzi y Gustavo Escalante. También está en preparación una nueva temporada para este ciclo. Grandes directores se emite los domingos a las 22. Por último, dentro del cine de ficción, tenemos el ciclo Tardes de novela. Es un ciclo de películas internacionales que se emite de lunes a viernes, de 16 a 18, con títulos en español latino y apuntado a completar un segmento de programación distendido. Como canal público, contamos con recursos limitados y ciclos como éste ayudan a dar continuidad a nuestra pantalla, con películas de bajo costo pero buen nivel. Nuestra política es ubicar los estrenos y las producciones locales dentro de las franjas de mayor encendido para potenciar la difusión de contenidos locales y dejar los horarios marginales para producciones foráneas, a la inversa de lo que ofrecen los canales privados de la provincia. Además de los espacios dedicados a los largos, tenemos un ciclo semanal de media hora de cine mudo. Pablo Suárez, su presentador, es licenciado en Historia, escritor, músico y redactor publicitario y elige y pone en contexto cada corto mudo del programa. Han pasado ya piezas de Chaplin, Lloyd y Keaton y en las semanas próximas se sumarán personajes como Gloria Swanson y Fatty Arbuckle.
– ¿Qué espacio ocupa en la programación el cine realizado en la provincia de Santa Fe? Hace poco hubo una discusión en redes sociales por considerar que así como se programan documentales de la Televisión Alemana podrían hacerlo también con documentales santafesinos.
– Para el canal toda la producción realizada en la provincia es importante, a la vez que es resultado y motor de nuestra actividad. El 80% de los contenidos que presenta 5RTV es de producción provincial. Hay ciclos producidos íntegramente por el canal, como son los de emisión diaria: tres noticieros de una hora, Aventurados, infantil de media, y Tardenautas, programa joven de una hora. También producimos de manera integral varios programas semanales de debate, deportes y noticias internacionales. Entre las co-producciones en las que participamos podemos encontrar a 7 Latidosel programa de la EPCTV, Automovilismo Argentino, ciclo sobre las distintas categorías de la disciplina  y El cielo que nos une, una bellísima serie documental grabada en distintos países de Latinoamérica. El cine de la provincia tiene dedicado un espacio junto al nacional en Noche de cine, donde emitimos largos de ficción y apuntamos a generar nuevas temporadas con una mayor cantidad de películas realizadas en la provincia. El cine documental tiene su espacio en un ciclo que estrenamos hace un par de semanas y se llama Archivo documental. Este ciclo cuenta con piezas de media y corta duración de realizadores de la provincia. Los primeros capítulos están dedicados a Fernando Irigaray y el DCM Team y a Lucrecia Mastrángelo. Con el correr de los capítulos iremos incorporando a otros realizadores y realizadoras de la provincia y sumaremos más material de Señal Santa Fe y Espacio Santafesino. Al momento de aparecer esta nota se estarán grabando los pisos para Los transmisores, Van y El caso Melincué, de Señal Santa Fe.
Con respecto a la discusión que se dió en FB, y en la cual participé, poco me queda por sumar. Emitimos documentales de Deutsche Welle y Russia Today a través de acuerdos con ambas cadenas. Esto nos permite incorporar puntos de vista diferentes a los que propone la televisión internacional de mayor llegada e incluir en nuestra programación piezas de gran calidad artística y de temática variada. De todas formas, la presencia de estas producciones no impide la proyección de producciones documentales locales. No se da competencia entre ellas ya que las producciones de DW y RT se emiten fuera del horario central y las locales, como el caso de Archivo documental, se emiten en el primetime. El estreno de Archivo documental es los días lunes a las 23 y repite los sábados a las 20. Me gustaría sumar a la respuesta el espacio que estamos brindando al cine de animación. Dentro de los ciclos Aventurados y Aventurados Finde emitimos El viaje de Gaia, de Pablo Rodríguez Jáuregui, Anselmo quiere saber, de Juan Álvarez Neme y Conejos y Super conejos, del super joven Ezequiel González. Actualmente estamos ampliando los ciclos con nuevas piezas de animadores y animadoras de la provincia. En resumen, el cine santafesino, en todas sus expresiones, tiene lugar en nuestra pantalla y ocupa un espacio de relevancia ante cualquier elección, pero no nos olvidemos que 5RTV es un canal de televisión y, como tal, tiene una programación compuesta por contenidos producidos para ese tipo de pantalla, con duraciones ajustadas a los ciclos y estructura de temporadas.
– Teniendo en cuenta que se trata de un canal público: ¿de qué manera se posibilita la participación de la comunidad?
– 5RTV es el canal público de la provincia y es por lo tanto un servicio esencial para la participación, la divulgación científica y cultural, el fomento de la educación, para el conocimiento de los derechos, de la tradición y del territorio. La participación de la comunidad se logra a través de articulaciones con organizaciones intermedias, constituidas legalmente o como formaciones temporales. Ejemplo de ello creemos que es interesante mencionar los acuerdos logrados con la Escuela Provincial de Cine y Televisión, que dio como fruto el programa 7 Latidos; el convenio firmado con la escuela de Comunicación Social de la UNR para la grabación en sus estudios del programa En clave Salud; y las relaciones permanentes con el Instituto 18 y la Facultad Católica de Santa Fe sobre asuntos periodísticos y de producción audiovisual. También, en la misma línea, fue para nosotros una experiencia muy interesante el lanzamiento de un llamado provincial de propuestas para que el canal presente al concurso nacional del sistema de gestión de medios públicos de Nación. Para el armado de dicho concurso provincial se aplicó presupuesto y tres meses de trabajo, logrando recibir 86 proyectos de distintos realizadores de la provincia. Creemos que el eje de participación son las articulaciones. 5RTV, para tener  un rol activo junto a la comunidad, busca enfocarse en la generación de convenios y espacios de interacción y no quedar a la espera pasiva de propuestas.
– ¿Qué repercusión advierten que tiene la difusión de producciones locales en el canal?
– La repercusión de las producciones tiene distintos impactos. Como decía más arriba, casi toda nuestra pantalla es de producción local, entendiendo local por provincial, y la repercusión varía entre programas o entre capítulos. Los noticieros tienen su público y la respuesta es inmediata a través de las redes sociales, por ejemplo. Ciclos como Noche de Cine tienen una repercusión irregular. Si bien el canal promociona en pantalla y en redes sociales todos los programas, influye mucho la difusión que le da cada realizador a la proyección de su película en el canal. Pasa lo mismo con el ciclo documental y con los programas musicales; tienen una devolución irregular y varía mucho según la difusión que hacen los músicos y los realizadores sobre su aparición. En general, tenemos una repercusión esperada con las producciones propias y una fluctuante con las producciones locales ajenas al canal.

Por Fernando G. Varea

Latidos del dinámico corazón audiovisual

SIETE LATIDOS
(2016/2017; dir: Francisco Matiozzi Molinas)

Hablar de cine con cine: esa saludable premisa convierte a Siete latidos en una perla digna de ser rastreada por cinéfilos, estudiantes y docentes de la especialidad. Es que la iniciativa de este programa televisivo de reunir anécdotas y opiniones de quienes generan material audiovisual en el ámbito de nuestra provincia, escapa a la fórmula de la entrevista tradicional y a la tentación de hacer un programa sobre cine que pueda escucharse por radio.
En principio, las figuras y las voces de los convocados en cada emisión para volcar sus experiencias aparecen atravesadas por imágenes (de sus propios trabajos y de películas que han resonado en sus vidas), sin que Siete latidos ceda a la nostalgia haciendo de cada testimonio la reconstrucción de un Cinema Paradiso personal: los recuerdos se alternan con los proyectos recientes y la información se despliega jugando con los modos de comunicación de estos tiempos, como los mensajes por whatsapp, o enfrentando al invitado con sus propias creaciones, como si se viera en las mismas ante un gran espejo.
Los cineastas pueden citar un film conocido de Fernando Birri o de David Lynch pero también obras más secretas y marginales: en todos los casos, asoman tramos de esas piezas para ilustrar el testimonio. Sin dudas, ese encomiable trabajo de búsqueda, investigación y edición es otro mérito de Siete latidos, en un medio como el televisivo que genera diariamente contenidos con holgazanería.
Cada emisión se centra en tres personas de una misma especialidad y la lucidez de las reflexiones depende de lo que cada uno pueda aportar. Es valorable que, transitando ya su segunda temporada, hayan pasado hombres y mujeres de distintas generaciones, formaciones y estilos: los directores Mariana Wenger, Diego Castro, Pablo Romano, Gustavo Postiglione, Jesica Aran, Mario Piazza, Hugo Grosso, Lucrecia Mastrángelo, Rubén Plataneo, Florencia Castagnani, Juan Diego Kantor, Patricio Carroggio, Pablo Testoni, Francisco Zini y Diego Fidalgo; los productores María Langhi, Rocío Luna, Fernanda Taleb, Javier Matteucci, Luciana Lacorazza, Roxana Bordione, Leandro Rovere, Lorena Di Natale y Fernando Gondard; los guionistas Francisco Sanguinetti, Francisco Pavanetto y Romina Tamburello; los directores de fotografía Héctor Molina, Mauro Barreca, Marcos Garfagnoli, Sergio García, Alejandro Pereyra y Fernando Zago; los montajistas Ignacio Rosselló, Verónica Rossi y Martín Pérez; los sonidistas Ernesto Figge, Carlos Rossano y Alexis Kanter; los músicos Alexis Perepelycia, Martín Delgado e Iván Tarabelli; y los directores de arte Oscar Vega, Lucas Comparetto y Guillermo Haddad. Es de desear que la lista se ensanche aún más –modestamente, sugerimos a la gente de Siete latidos bucear en nuestra sección Cine en Santa Fe para tener presentes otros nombres, incluso no estaría mal ir más allá de lo que se hizo y se hace en el ámbito de nuestra provincia– y que los capítulos ya realizados tengan mayor circulación, no sólo en TV sino en aulas, muestras de cine y encuentros de debate de esos que en Rosario escasean bastante.
Con guión, producción ejecutiva y dirección de Francisco Matiozzi Molinas (Murales – El principio de las cosas), acompañado de un nutrido grupo de estudiantes y egresados de la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario (quien esto escribe puede dar fe del entusiasmo y voluntad de trabajo de algunos de ellos, como Matías Atuel Rodríguez, Manuel Pérez Mora, Matías Miele, Pablo Funes, Martín Ybarra, Ramiro Álvarez Antognini, Daniel Do Couto, Miler Blasco, Victoria Cabral y Bianca Motto), esta serie documental que se está emitiendo por el canal estatal santafesino 5RTV (canal 8 en la grilla de Cablehogar), exhibe una calidad desacostumbrada en nuestra televisión y en cada capítulo permite, entre otras cosas, recordar algunas de las tantas posibilidades que ofrece el cine como oficio, entretenimiento, medio de expresión y herramienta de aprendizaje.

Por Fernando Varea

http://5rtv.com.ar/