La siniestra coartada de la locura

LA ISLA SINIESTRA
(Shutter Island; 2010; dir: Martin Scorsese)

Teniendo en cuenta los altibajos que ha presentado la filmografía reciente de Martin Scorsese, resulta bienvenida La isla siniestra, que lo muestra maduro y sagaz, pleno de confianza en el material que ha elegido.
Basada en una novela de Dennis Lehane, se centra en un agente federal enviado a investigar un caso en una institución psiquiátrica situada en una misteriosa isla, donde terminará envuelto en una trama de engaños. El guión es de una complejidad y ambigüedad poco usuales en el cine estadounidense actual, con el protagonista ingresando una y otra vez a distintas capas de su conciencia, turbado por la forma en que lo afectan los recuerdos, los sueños y/o los efectos de cierta medicación que recibe en esta pesadillesca isla. Scorsese ha sabido expresar este permanente desdoblamiento del personaje sin caer en la confusión narrativa y estética en la que han incurrido otros directores al abordar situaciones similares (Adrian Lyne, Oliver Stone), generando, en cambio, una tensión permanente, y confirmando –de forma lenta pero segura– lo que alguien dice en la escena que constituye el corazón del film: la locura puede ser una cruel coartada para acallar a una persona.
Como en toda buena película, los elementos en juego tienen valor polisémico: el fuego dentro de una cueva mientras se mantiene una conversación clave significa la manifestación de la luz y de la verdad; una tormenta feroz puede verse como el desborde de percepciones o la intrusión en un estado de turbulencia psíquica e inseguridad; un sórdido pabellón o un faro infranqueable parecen zonas de la conciencia a las que cuesta ingresar. Esta riqueza permite que el drama de suspenso lleve consigo poderosas referencias políticas, planteando la hipótesis de que quien pretenda cambiar –o incluso denunciar– una situación injusta, deberá enfrentarse a una estructura que se lo impedirá por cualquier medio. Podrá cuestionarse que quien lo intenta aquí es un agente del FBI, pero afortunadamente no hay rasgos heroicos subrayados.
Formalmente, La isla siniestra demuestra que detrás de cada resolución hay un gran director: la precisa utilización de la inquietante música, la imponencia de la luz, la inteligente alternancia de planos cercanos y generales, la consistencia del montaje (a pesar de algunos errores de continuidad durante el viaje inicial), le dan solidez a la intrincada historia. Sumado a esto que la acción transcurre en los ’50, se percibe un estilo que recuerda a Hitchcock, a Jacques Tourner, a ciertos policiales oscuros de aquellos años.
Leonardo Di Caprio es un actor eficaz pero, con su perdurable aspecto de adolescente malhumorado, no parece adecuado para encarnar al protagonista (forzado, además, a jugar una innecesaria escena melodramática hacia el final). Tampoco se lo nota muy cómodo a Mark Ruffalo. Ben Kingsley y Max Von Sydow, en cambio, están ideales.
Aunque discutible en algunos aspectos –y, claro, sin la concisión de clásicos de Scorsese como Taxi Driver (1976)–, La isla siniestra es una película intensa y exigente.

Por Fernando Varea

http://www.shutterisland.com/

7 pensamientos en “La siniestra coartada de la locura

  1. Di Caprio no es mal actor, pero hay algo en su actitud que no sé cómo definir que no me deja disfrutarlo, y hasta a veces me quita de la acción.

  2. Verlo en esta película con sombrero y postura recia, hace extrañar a Humphrey Bogart, Charlton Heston y otros actores de los ’40 y ’50.

  3. Buena crítica, y, sorprendemente, buena película. Saludos, y no dejes de avisar qué pasa con la bendita acreditación. RK

  4. Roger, te agradezco muchísimo tu generoso comentario en Otros Cines. Veremos si hay novedades en los próximos días respecto a la acreditación, aunque no era mi intención presionar ni exigir nada, sino simplemente expresar públicamente mi opinión al respecto.

  5. Fernando, he leido en varios lugares este comentario que se refiere a ‘errores en la continuidad del montaje’. Yo, realmente, no lo veo así, es más, lo vi como un detalle mas de una puesta en escena que todo el tiempo se autoproclama como tal, desde la construcción de los decorados, las actuaciones a veces tan teatrales, y otras cosas referidas a la construcción de la misma ficción propuesta.
    Esa falta de continuidad en el montaje aparece esporádicamente durante toda la película, sutilmente pero muy perceptible. No llega a convertirse en un sistema, pero lo veo como otro de esos elementos que hacen ruido… No creo posible en una pelicula como esta pensar en esos terminos, que se trate sólo de un error (tan repetido y visible, ademas…), y con su montajista de siempre.
    Creo que, en definitiva, toda la pelicula se trata de eso, de una puesta en escena que todo el tiempo se denuncia como tal, en abismo permanente.
    De ahi que finalmentes todas las conjeturas sean posibles y validadas por la película, no hay ya límites entre ficción/realidad, locura/cordura…

    Y de ahi ese giro final, tan caro al cine mediocre de hollywood desde peliculas insostenibles como Sexto Sentido, pero aqui paradojicamente obvio, esperado, predecible. Pero, así como es predecible, tambien no lo es en ningún aspecto, ya que el final se sigue abriendo aún despues de terminada la película. Todo es válido. Toda hipótesis sería posible. Y cada plano de la secuencia final (y las últimas líneas de Dicaprio, y toda la pelicula pensada en restrospectiva) afirma y destituye al mismo tiempo cualquier elucubración.

    Bueno, tal vez esté un poco exageradamente exaltado con esta pelicula, tal vez por el amor que le tenía al viejo Scorsese… pero para mi esto es grande….!

  6. Es una película exaltada y, por varios motivos, para exaltarse…
    No sé si las faltas de continuidad son un error, pero es algo que se nota bastante al comienzo. A mí me hizo un poco de ruido. Lo mismo algunas escenas melodramáticas, como la de Di Caprio con su mujer y sus hijas, hacia el final…
    Pero tiene una riqueza argumental impresionante… Mientras el atractivo de películas como «Sexto sentido», que vos nombrás, depende exclusivamente de su guión (o, mejor dicho, de una sola idea, supuestamente original pero en realidad bastante superficial), aquí hay, también, una puesta en escena, una potencia audiovisual… Uno «siente» estar en esa isla ¿no? y al mismo tiempo se percibe que todo puede ser un estado de la conciencia, una ensoñación… Como ocurre con todas las buenas películas.
    Gracias Gustavo por tu comentario, y a ver cuándo te exaltás con otra que te de ganas de ponerte a escribir algo para mi blog.

  7. Dale Fernando!, te sigo debiendo eso!! mil disculpas…! pero ya lo haré, y con suerte este año sigue bien en cuanto a estrenos en salas comerciales… venimos con esta de scorsese y la de herzog, que no es gran cosa pero tiene lo suyo.
    Y se vendrá la de Haneke, que ya la ví y es un asunto al margen, pero claro, ahi estamos hablando, para mi, de uno de los realizadores contemporáneos más importantes, a la altura de muchos históricos. Y en esta última se desliga afortunadamente de cierto ‘afrancesamiento’ sospechoso visible desde ‘la Profesora de piano’ y vuelve al origen de su trilogía austríaca. Contundente y aterradora.

    Y otra grande será, supongo, aunque esta seguro no pasa por el pobrísimo circuito comercial, la nueva de Ho Yuhang, un malayo bastante joven que ya tiene 3 peliculas admirables en su haber.

    saludos!

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