La lección de Ida

«La gran frustración: Ida fue más que Relatos salvajes”: así tituló en su tapa el diario La Nación el hecho de que Damián Szifrón haya vuelto de Hollywood con las manos vacías. Mientras tanto, aplicando ese hábito que tienen tantos de hablar abiertamente de lo que no saben, muchos periodistas se manifestaron indignados por el premio (“La película que ganó es un asco” tuiteó el periodista deportivo Alejandro Fantino). Días antes de la competencia, una panelista de uno de los tantos programas televisivos destinados a arrojar palabras con sorna y opiniones sobre todo, defendía a Relatos salvajes diciendo que sólo se les podía ocurrir cuestionarla a “esos críticos que tienen un orgasmo cuando ven una película iraní en la que nadie habla”… Y bien: el Oscar no fue para una película iraní pero sí para una polaca, en blanco y negro, en la que se habla poco.
El hecho de que la Academia de Hollywood haya preferido el film de Pawlikowski (sobre el que hemos escrito, en su momento, aquí) antes que el de Szifrón (del que aquí ya opinábamos antes de su estreno comercial) deja, creo, una lección.
Es probable que la película polaca se acerque al tipo de cine extranjero más apreciado por Hollywood, al ocuparse de gente común atravesada (sin quererlo) por hechos de la Historia, como otras argentinas que fueron nominadas o ganadoras: Camila, La historia oficial, de alguna manera también El secreto de sus ojos. Sin embargo, su propuesta conceptual y estética está casi en las antípodas de Relatos salvajes y en eso vale la pena poner atención.
Se supone que el film de Szifrón tenía todo para ganar, o todo lo que muchos suponen que un film argentino debe tener para competir por la estatuilla dorada y otros premios: desde la incorporación de gente que ya participó de anteriores películas ganadoras o nominadas (Darín, Grandinetti, Santaolalla), hasta el personaje de una novia con su vestido blanco, tan apreciado en Hollywood (también había una, algo atípica, en la igualmente nominada El hijo de la novia), además de humor, persecuciones y buen despliegue de producción. En definitiva: que parezca hollywoodense, aunque con acento argentino (o porteño, habría que decir).
Imaginemos una película realizada en nuestro país en blanco y negro y formato 4:3, protagonizada por una joven actriz no profesional, sin escenas shockeantes (exponiendo un suicidio sin el menor golpe bajo, por ejemplo), con un final reflexivo y la atención puesta en el detalle, en la belleza triste de sus planos y sus encuadres algo sesgados, que pudiera verse como un homenaje al buen cine argentino de los años ’60. Una película así sería objeto de desdén, incluso de burlas, por parte de periodistas y público en general ¿A quién se le ocurriría enviar algo así a la competencia del Oscar? No faltarían quienes verían en ese hipotético film una pérdida de tiempo, un entretenimiento elitista innecesariamente solventado por el Estado. Y dirían, claro, que para triunfar en las grandes ligas se necesita algo como Relatos salvajes.
Por otra parte, el Oscar a Ida dejó en evidencia, una vez más, cierta intolerancia de los argentinos para admitir el fracaso (recordemos los actos vandálicos en la ciudad de Buenos Aires el año pasado cuando Argentina se quedó con las ganas de ser Campeón Mundial de Fútbol). Pocas cosas hablan mejor de una persona, o de una comunidad, que el saber reconocer los valores de su contrincante. El equipo del film argentino La tregua (1974, Sergio Renán) siempre ha declarado que fue un orgullo perder el Oscar a mejor film en idioma extranjero a favor de Amarcord (Federico Fellini), y no recuerdo quejas de María Luisa Bemberg o Lita Stantic, directora y productora respectivamente de Camila (1983/84), por haberse quedado sin el premio por culpa de una película que pasó rápidamente al olvido (la suiza Juegos peligrosos, de Richard Dembo). Si bien Damián Szifrón y sus actores no se mostraron excesivamente exitistas, en algún punto Relatos salvajes pareció cebarse con la indiscutible respuesta del público y respetables halagos de críticos y realizadores nacionales y extranjeros (incluyendo Michael Moore y Joe Dante), contagiando de triunfalismo a espectadores y periodistas. Algo de su clima crispado, de la soberbia de sus personajes –que resuelven sus problemas con violencia o con dinero– acompañó la película durante su ruidoso recorrido hasta toparse, de golpe, con esta sorpresa.
Mientras tanto, por un camino alternativo y seguramente sin proponérselo, Ida llegó a ese destino ansiado por muchos, demostrando que un cine sutil, sereno y meditabunda puede llegar a gustar a más gente de lo que algunos suponen. Incluso en Hollywood.

Por Fernando Varea

9 pensamientos en “La lección de Ida

  1. Muy buena nota fernando! Comparto contigo lo que decís de «Ida» sin duda mucho mejor película que los Relatos. Aunque yo creo que en cuanto al Oscar lo ganó porque toca el tema del Holocausto, algo que siempre garpa en los premios estos.

  2. Gracias Cristian. Es probable que, como decís, el tema haya influido en el interés por la película. Lo importante, creo, es que no fue hecha con miras al Oscar (el propio director se mostró sorprendido al recibir el premio) y lo ganó igual. Y que más de uno, después de verla, tendrá que replantearse prejuicios.

  3. Buena nota. Aunque no se si concuerdo con que »Ida» es objetivamente MEJOR que Relatos Salvajes, más allá de que ganó (estaba cantado que iba a ganar). Creo que el jurado de la Academia se inclinó a votarla por ser un drama que toca el tema del holocausto, además de la estética y la fotografía. Pero después de haber visto ambas (Relatos más de una vez) creo que ésta última tiene mucho más trabajo de producción. Igualmente creo que Ida se lo merece.
    Por otro lado, no concuerdo con que si en Argentina hacen un film como «Ida» nadie lo considera digno de un Oscar. Es decir, no se si eso pasaría o no pero porque directamente no se hacen films como »Ida». ¿Dramones medio aburridos, largos, simplones y con poco diálogo? Si, en abundancia. Pero no creo que sean como »Ida».

  4. Gracias Ivana. No creo que una película pueda ser mejor que otra por tener más trabajo de producción; además, es para discutir si el mismo es mayor en R.SALVAJES que en IDA, que transcurre en la Polonia de los años ’60. Mi opinión sobre ambas películas podés encontrarla en los links que están en la misma nota.
    Tu apreciación acerca de que en el cine argentino es difícil encontrar films de la calidad de IDA me hace pensar. Yo creo que se hacen todos los años buenas películas, aunque probablemente pocas de ellas (o ninguna) respondan a un tipo de cine clásico con sutileza dramática y refinamiento formal, al estilo de IDA. Creo, de todas formas, que muchos piensan -equivocadamente- que es un tipo de cine condenado al fracaso.

  5. Como siempre un placer leer tus reflexiones Fernando, concuerdo que fue muy merecido el Oscar para «Ida», aunque no así dejo de sentirme asombrado porque la Academia (que tanto se caracteriza por premiar películas que, como Argo en su momento, suelen abordar temáticas reiteradas y nacionalistas) haya hecho elecciones por «Birdman», «Ida» e incluso «Whiplash» ojalá ésto sea (o no) el inicio de una nueva percepción.

  6. Para mí es un placer que me leas Augusto. Dudo que se vuelvan a hacer, y a premiar, películas como las de los ’70 (la última gran época de Hollywood), pero de todas formas es para alegrarse que este año hayan interesado películas bastante superiores a EL DISCURSO DEL REY por ejemplo, como IDA y WHIPLASH. Dicen que CITIZEN FOUR también es buena.

  7. Ida es apenas mediocre, y efectivamente aburridísima. Con escenas patéticas (la jueza borracha abrazando una calavera), y pretensiones eróticas estéticamente vulgares (la monjita relojeando a otra a la que están bañando). Pero así y todo es mucho mejor que Wild Tales (?), con personajes tan estereotipados que da verguenza ajena. Películas del montón, y encima de derecha (ambas).

  8. No comparto tus opiniones, Roberto (me gustaría saber una película que te haya gustado y no te parezca «del montón»), pero de todas formas agradezco tu comentario.

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