Todos tenemos un secreto

TODOS TENEMOS UN PLAN
(2012, dir: Ana Piterbarg)

Idea, producción, actores, equipo de profesionales, título: todo está bien elegido en esta película de la debutante Ana Piterbarg (Buenos Aires, 1971), que luce atractiva y formalmente sólida, aunque no todas las zonas de incertidumbre que contiene su argumento puedan justificarse.
El punto de partida es el reencuentro de Pedro y Agustín, dos hermanos muy parecidos físicamente pero separados por diferencias de distinto tipo: desafiante y de aspecto algo salvaje –consecuente con su vida casi marginal en una isla del Tigre– el primero, profesional pulcro e introvertido el segundo.
En el primer tramo del film se suceden precipitadamente varios hechos, algunos vinculados a la relación de Agustín con su mujer, y otros a la confrontación entre los hermanos, que parece venir de lejos. La adopción de un bebé que queda en suspenso, ciertos viajes intempestivos y un par de crímenes dejan al espectador algo desconcertado, pero confiado en que la historia se seguirá desanudando y las incógnitas se develarán, tarde o temprano.
Entonces (por circunstancias que no conviene develar aquí) Agustín comienza a hacerse pasar por Pedro, haciendo suyos los amigos-enemigos de aquél e involucrándose displicentemente en hechos peligrosos. Algo de su personaje recuerda al protagonista de Desde el jardín (1979, Hal Ashby), al menos su actitud pasiva es la misma ante quienes lo confunden o lo implican en diversos sucesos. Agustín no es tan lelo como el que encarnaba Peter Sellers, pero no es poca su cobardía. Cuando alguien le pregunta cuál es su plan, él asegura no tener ninguno; efectivamente, demuestra no tener claro ni el modo para engañar a quienes oculta su verdadera identidad ni tampoco su proyecto de vida. Esa inercia y el apocamiento de Viggo Mortensen como actor no ayudan mucho para lograr que el público se identifique con el personaje.
Entre su agitado comienzo y su bello plano final, Todos tenemos un plan desliza pensamientos provocadores, genera intriga con recursos legítimos e integra múltiples referencias míticas, literarias y cinematográficas (Caín y Abel, Príncipe y mendigo, Horacio Quiroga, Hitchcock, El aura). Como idea central, fluctúa la de que toda persona esconde un secreto. La verdad es esquiva, confiar es difícil y engañar también.
Promocionada como la nueva propuesta de los productores de El secreto de sus ojos (valiéndose incluso de la presencia de Soledad Villamil y el español Javier Godino, que actuaron en la película de Campanella), Todos tenemos un plan es, en algunos aspectos, mejor que aquélla: no injerta apuntes ambiguos sobre la historia política argentina ni pretende ser una radiografía tranquilizadora del porteño chanta pero querible.
Adulta, seria, de factura impecable, eludiendo clisés televisivos (aunque abusa un poco de la música) y con eficacísimas actuaciones de Daniel Fanego, Soledad Villamil y Sofía Gala Castiglione, su mayor problema reside en algunas inverosimilitudes y los motivos poco claros de la indefinición del protagonista. Por otra parte, promete jugar con las reglas del thriller pero termina convirtiéndose en algo ligeramente híbrido, sin dejarse contaminar demasiado por las asperezas propias del ámbito natural en el que transcurre la mayor parte de la acción.
De todas maneras, a pesar de los extravíos de su guión y de la endeble construcción de sus criaturas, supone la aparición en el medio de una directora valiosa, capaz de conseguir en su ópera prima un tratamiento funcional de la luz y una creación de climas verdaderamente inquietantes, entre otros méritos difíciles de encontrar en la mayoría de las películas argentinas que llegan a las salas de estreno.

Por Fernando G. Varea

http://www.todostenemosunplan.com/

6 pensamientos en “Todos tenemos un secreto

  1. El film tiene algunas buenas: algunos diálogos metafóricos, la excelente fotografía y el ambiente, el tigre, muchas veces lo más interesante que se muestra en pantalla. Por supuesto, no alcanza. Desde el vamos, el guión es de difícil resolución, inverosímil desde el punto de vista policial, con muchos hechos sin explicar o, al menos, sin que se aclaren lo suficiente. En el arranque, la interacción de los gemelos me parece mal lograda y, a medida que la película avanza, Mortensen no puede ocultar lo poco que tiene en común con la idiosincrasia argentina, más allá del guiño cholulo con su supuesto fanatismo por San Lorenzo. http://www.quecinemirar.blogspot.com

  2. Hola, no sé tu nombre ni lo encontré en tu blog. A propósito, leí tu crítica de la película y coincido bastante, aunque para mí Villamil defiende muy bien un personaje de reacciones bastante incomprensibles, y así como el guión tiene sus fallas, el trabajo de dirección y la fotografía me parecieron atendibles. Logran que no se parezca (como otras películas argentinas similares) a un unitario televisivo camuflado.
    Gracias por pasar por Espacio Cine.

  3. gracias por la observación, mi nombre es Gonzalo Dujmovic, ya lo agregue en el blog, estaba convencido de que en algún lado lo decía.

  4. Entre a leer la nota porque esperaba opiniones sobre la actuación de Mortensen. No considero que sea mala, ni que no sea un buen actor porque se luce en otras peliculas. Pero en «Todos tenemos un plan» no me termino de convencer, o no estuvo a la altura de los demás, como Fanego que bue!! me parecio genial!!

  5. Tincho:
    Mortensen me parece un actor fotogénico y contenido, pero en esta película, hablando todo el tiempo en voz baja y mirando inexpresivamente, es cierto que defrauda bastante.
    Saludos.

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