Herrumbre, sangre y arena

MAD MAX, FURIA EN EL CAMINO
(Mad Max, Fury Road, 2015; dir: George Miller).

La primera Mad Max (1979, George Miller) asomó cuando los géneros de aventuras y ciencia ficción pasaban por un período brillante, con realizadores nuevos apasionados por el cine, la narración aún no invadida por centelleos videocliperos y el arte integrando formas cedidas por la maquinización, los desechos industriales, turbulencias sociales y miedos a un futuro ganado por la insensibilidad. Desde Duel (1971, Steven Spielberg) hasta Terminator (1984, James Cameron), sin olvidar los primeros Alien, los rastros de la obra de Sam Peckinpah retomados por directores como Walter Hill, y hasta productos menores como Razorback (1984, Russel Mulcahy) confluían en un corpus que los cinéfilos más atentos valoraban, donde los rasgos característicos del cine clase B adoptaban una estética que, lejos del realismo y del entretenimiento infantil, iba al encuentro de un universo sombrío, sucio, y aún así excitante.
No deja de ser alentador que haya caído en manos del propio Miller (1945, Chinchilla, Australia) este retorno a un personaje que, encarnado por Mel Gibson, había merecido dos películas más en los ’80. En Mad Max, furia en el camino vuelven a verse hombres en estado semisalvaje y mujeres masculinizadas poniendo a prueba su instinto de supervivencia, actuando como fríos soldados con envidiable resistencia. Alrededor suyo, vehículos que parecen insectos, atacantes con aire de frenéticos hooligans, herrumbre y arena.
La acción comienza sin preámbulos, hasta que, a la media hora –cuando todo hacía temer que se estaba ante otro film de esos que parecen un largo, trepidante trailer–, Mad Max, furia en el camino se aquieta inesperadamente, retomando luego, con intermitencias, su vértigo de persecuciones y ataques. En el fondo, no deja de ser una road-movie con los maltratados personajes abriéndose dificultosamente camino por un desierto infinito, cuyos mojones son los enemigos que le van saliendo a su paso.
Miller aprovecha las facciones y mirada dura de Tom Hardy y Charlize Theron para hacer de Max y la emperatriz Furiosa impertérritos íconos, sumándose algunas pandillas (una de bellas jóvenes no tan angelicales como parecen, otra de inefables ancianas), el malvado de rigor (encarnado por Hugh Keays-Byrne, que había actuado en la Mad Max original), deformidades varias y algún toque de sadismo. La lucha es por el agua, aunque también hay disputas por la leche materna (con ecos de Niños del hombre, el film de Cuarón) y por un gigantesco camión cargado de combustible. La fugaz visión de una meseta sembrada de árboles verdes puede verse como un paraíso en las alturas o la utopía de la vida en armonía con la naturaleza.
El maravilloso plano en el que Miller hace que una montaña de arena comience lentamente a revelar el cuerpo semienterrado de Max, y otro en el que los personajes contemplan un satélite cruzando el cielo azul como tomando conciencia del universo, son los mejores momentos de un film de indiscutible solidez. El exceso de música y palabras enfáticas, las ocasionales acrobacias y toques de tambores que recuerdan las performances del Cirque du Soleil, algún aditamento ridículo (como un músico dándole a su guitarra eléctrica en medio de los estallidos) y la ocasional tendencia a arrojar elementos (desde la guitarra en cuestión hasta camiones hechos pedazos) con el fin de justificar el rodaje en 3D, desnivelan el producto.
Evidentemente, para esta reaparición los valores de la saga de Mad Max importaron menos que la posibilidad de armar un nuevo tanque, con todo lo que Hollywood puede aportar actualmente en materia de efectos y nombres atractivos para la taquilla.

Por Fernando G. Varea

http://www.madmaxmovie.com/

2 pensamientos en “Herrumbre, sangre y arena

  1. Debes ser la excepcion a la regla de un critico al que no le gusto nada esta pelicula, ya que la critica esta siendo unanime con esta pelicula en su aprobacion como una gran obra del cine de acción.

  2. Javier:
    Si leés bien lo que escribí, te darás cuenta que no es que no me gustó «nada» como decís. Me gustó bastante, y (como lo señalo) tiene valores que la elevan por sobre la mayoría de las películas de acción que se estrenan semanalmante. Pero varias partes se limitan, en mi opinión, a desplegar recursos gastados, habituales en cualquier película de James Bond o de la saga de «Misión imposible».

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