Balance 2012: el estado de las cosas

Será por el clima de fraternidad que impera al acercarse las fiestas navideñas, por temor a herir susceptibilidades o, simplemente, por indiferencia: lo cierto es que casi todo balance de fin de año en torno al quehacer audiovisual local consiste en una simple enumeración de logros. Y si bien es cierto que, afortunadamente, siempre hay éxitos de los que enorgullecerse, al mismo tiempo no puede negarse que el trabajo de realizadores, productores, programadores y críticos suele enfrentarse a obstáculos diversos. Problemas hay, aunque escasean espacios adecuados donde discutirlos.
Al echar un vistazo hacia atrás debe reconocerse, en principio, la importancia de decisiones políticas (tanto del gobierno nacional como del provincial) para facilitar la realización de proyectos audiovisuales de distinta naturaleza. En este sentido el panorama es mucho más estimulante que antes, cuando hacer una película significaba embarcarse en una especie de locura solitaria, con resultados inciertos. Ahora las producciones televisivas son muchas y buenas, incluso a veces excelentes, como fue este año el caso de Cuatro calles. Sin embargo, no tienen todavía asegurada su exhibición en los canales: promover la elaboración de producciones televisivas de calidad sin poder garantizar el acceso de los televidentes a las mismas resulta decepcionante. En este sentido, fue una iniciativa encomiable la de PRODUCIR (Productores Independientes de Rosario), oponiendo la unión al individualismo y la búsqueda conjunta de soluciones a la inestabilidad laboral.
Otro dato alentador es que la mayoría de las realizaciones locales destinadas a la TV y a la web (micros televisivos, videoclips, publicidades) exhiben un profesionalismo a toda prueba. Pero cuesta salirse de la iconografía de la ciudad como tema casi único, al mismo tiempo que se hacen desear cortos y largometrajes que nos representen dignamente en festivales de cine.
Respecto a esto último, durante 2012 hubo honrosas excepciones como El gran río, de Rubén Plataneo, Alexander Panizza, sólo piano, de Pablo Romano, y Buscando al huemul, de Juan Diego Kantor (las dos primeras exhibidas en el BAFICI y la otra en competencia en Mar del Plata), documentales que –como otros, conocidos en años anteriores– señalan cierta saludable tendencia a acompañar y comprender a personas con entrañables historias de vida.
En tanto, Rosario continúa estimulando la concreción de eventos de indudable valor cultural. Dos claros ejemplos han sido, este año que termina, la exhibición en julio de la versión completa de Metrópolis con música en vivo de la National Film Chamber Orchestra en el teatro La Comedia, y las charlas del filósofo Jacques Ranciére (autor de libros como Las distancias del cine) en octubre, invitado por la Facultad Libre de Rosario. Suman su aporte numerosos festivales y muestras, organizados por instituciones oficiales y privadas, que, aunque siempre deseables, a veces evidencian la necesidad de una renovación y de una difusión que les permita trascender fuera del ámbito local.
Finalmente, es para celebrar que se sigan sumando sitios donde exhibir el cine valioso generalmente eludido por las salas comerciales: El Cairo, Arteón, Madre Cabrini, Cine Club Rosario, Centro Cultural Parque de España (donde este año tuvimos el gusto, con Fernando Herrera, de programar buenas películas europeas, muchas de ellas inéditas), el Centro Cultural Bernardino Rivadavia y el Museo del Diario La Capital, además de otros centros culturales, bares y bibliotecas, conforman un seductor abanico de posibilidades para los cinéfilos. Faltan, sin embargo, espacios de formación de espectadores. Analizar, debatir y escribir sobre cine continúan siendo hábitos infrecuentes en nuestra ciudad, como si no fueran parte del aprendizaje y el disfrute.

Por Fernando Varea

OTRAS OPINIONES

  • «En nuestro medio hoy, ser joven y realizador audiovisual es estar en el lugar correcto en el momento indicado.» (Raúl Bertone, director de la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario)
  • «Estamos asistiendo a un momento esperanzador, expectantes. Hoy más que nunca tenemos el desafío de dignificar nuestra profesión. Hacer lo imposible para abrir el juego, para compartir proyectos colectivos, para contar las historias que conmueven pero también interpelan. Para liberar nuestra poética que puede ser tambien la epopeya de nuestros vecinos. Para seguir creyendo que podemos mejorar la calidad de vida de alguien, aunque sea por un ratito.» (Héctor Molina, vicedecano de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales y director del ciclo televisivo Los rosarinos, estrenado este año en el canal Encuentro)
  • «Visto desde la Cooperativa de Trabajo Animadores de Rosario Ltda, fue un año muy alentador y vertiginoso. Se realizaron y estrenaron la 4ta. temporada de nuestro programa de TV Cabeza de Ratón (con una 5ta. temporada en producción), el documental Los misterios de Trulalá, la nueva función infantil del Planetario Municipal, varias series y cortos nuevos de socios animadores, y se desarrollaron nuevos proyectos para el 2013. Es muy alentador el enfoque provincial sobre el audiovisual como Industria Cultural. A nivel nacional, desde el 2011 la animación tiene su propio concurso de cortos y series. En la Escuela para Animadores se recibió la 7ma. promoción de 25 alumnos con igual cantidad de cortos, superando los 150 egresados desde su fundación y muchas horas de dibujos animados rosarinos. Personalmente, lo más movilizante fue la llegada a los cines de Ánima Buenos Aires, legado creativo y mojón ejemplar para los que fuimos influenciados en nuestra vocación por Caloi en su Tinta.» (Pablo Rodríguez Jáuregui, coordinador de la Escuela para Animadores de Rosario y director de una de las historias de Ánima Buenos Aires, estrenada este año).
  • «Hace 30 años sólo producíamos nuestros trabajos en Super 8, con grandes limitaciones técnicas en la edición y en el copiado. Era, por otra parte, impensable la posibilidad de conseguir apoyo estatal o institucional para algún proyecto. Hoy los avances tecnológicos y de la democracia están impulsando una eclosión de la producción audiovisual, a través de una tecnología que hace la producción cada vez de mayor calidad y más accesible, y la multiplicación de instancias oficiales de apoyo a la producción, con especial aceleración en el último año en ambos aspectos. En lo personal, esto me agarra circunstancialmente mal parado, pero en cuanto pueda me sumaré a la corriente productiva de los colegas, para hacer lo que busqué siempre: el film que creía que debía ser hecho. Si algo falta a este auspicioso panorama acaso sea un masivo fervor del público por ver nuestros trabajos y una más abierta difusión por parte de los medios (en particular, la TV), a los que sólo accedemos bajo permiso especial, sin la familiaridad con la que deberíamos estar haciéndolo.» (Mario Piazza, presidente de la Asociación Rosarina de Documentalistas y editor del boletín electrónico Cineastas Rosarinos)
  • «Destaco que desde el estado nacional se haya decidido incentivar la actividad audiovisual a través de diversos planes de fomento, vinculados a la aplicación de la nueva ley de servicios audiovisuales, posibilitando en nuestra provincia (como en tantas otras) que se concreten nuevas propuestas, se valoren nuevas miradas y se generen fuentes de trabajo que antes eran impensadas. Claro que esto es sólo una parte y todavía nos falta recorrer un camino mucho más grande y hay temas que siguen pendientes, como la visibilidad de nuestros trabajos, tanto en cine como en TV. Sabemos que la búsqueda y el encuentro con el público es algo con lo que estamos en deuda.» (Gustavo Postiglione, director de la miniserie La nieta de Gardel, nominada este año al premio Nuevas Miradas en la TV)
  • «Cabe destacar en primera instancia el crecimiento, acorde a las promisorias políticas culturales estatales, del volumen de la producción local, y también, en cierto modo, (sólo un) cierto atisbo de apertura hacia otras formas expresivas. Sin embargo, pienso también que aún quedan por construir espacios locales de reflexión y creación (fundamentales) para que esa producción sea capaz de asumir riesgos acordes a las exigencias y el compromiso del campo audiovisual en todo su espectro en la actualidad. Supongo que aún las gestiones culturales locales y provinciales en este campo deben pensarse con más rigor y compromiso, teniendo en cuenta también el riesgo de propuestas destacables y la apertura de circuitos de exhibición reales para su difusión.» (Gustavo Galuppo, director de Cuatro putas en febrero, Primer Premio en la Bienal de la Imagen en Movimiento realizada el pasado noviembre)
  • «Si uno mira el año que se nos va ve concursos nacionales, provinciales y locales que hablan de un nuevo cine nacional, un cine más federal. Pero todavía queda camino por recorrer y espacios por ganar. Cuando se vea una historia de amor en Tierra del Fuego, una aventura en Tucumán; cuando se produzca un largometraje por provincia que sea difundido y apoyado, el cine argentino va a ser más grandioso. Esperemos que eso esté a sólo unos pasos.» (Juan Diego Kantor, director de Buscando al huemul, que integró la Competencia Argentina del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata)
  • «Es un momento muy interesante para los realizadores audiovisuales que no trabajamos en Buenos Aires. El deseo es que se continúen y profundicen las políticas (nacionales y provinciales) de apoyo y fomento de la producción audiovisual que se genera en las provincias, ya que es algo que venimos reclamando hace tiempo y resulta fundamental para el sostenimiento y crecimiento de nuestro sector. Suerte a todos los colegas el año que viene, que puedan realizar sus proyectos y sus sueños, que en muchos casos suelen coincidir.» (Francisco Zini, co-director y guionista de Cuatro calles, serie documental estrenada este año)
  • «La nueva ley de medios, su materialización inmediata y su completa aplicación son el estado actual de las cosas en materia audiovisual. En su consecuencia la ciudad consiguió realizar proyectos inimaginados dos años atrás. No agoto aquí mi antojo, ya que éste es un hecho inminente y anhelo la consolidación y el fortalecimiento grupal que brinda la posibilidad real y sostenida de hacer cine en la ciudad.» (Francisco Pavanetto, director de la miniserie Otros Mundos, estrenada este año)
  • «Destaco la conformación de PRODUCIR y la distinción a la Ministra Chiqui González, declarada Honoris Causa en una universidad escocesa. Para el año 2013 espero una mayor profundización en los recursos estatales y privados para con el sector audiovisual, un compromiso de todos los realizadores en este sentido y una apertura de los canales privados para las producciones santafesinas.» (Francisco Matiozzi Molinas, director del documental Militantes, estrenado este año)
  • «Queridos compañeros y amigos realizadores: siempre me sorprende cuánto producen ante tanta adversidad. Es que así son las pasiones… no pueden dejar de llevarse adelante. Feliz 2013 y que sea con muchas posibilidades de seguir filmando.» (Mariana Wenger, directora de Otros sentidos, estrenada este año)

Imagen: el equipo de Cuatro calles en pleno trabajo.

2 pensamientos en “Balance 2012: el estado de las cosas

  1. Fernando: Coincido con el diagnóstico que planteas en el primer párrafo del artículo. Lamentablemente el “microcosmos” cinéfilo de nuestra ciudad, a pesar del constante crecimiento de los últimos años, parece no estar aún lo suficientemente maduro como para que surja desde su propio seno una actividad crítica que, a la par de la creativa, colabore con señalar, pensar y solucionar ciertos “vicios” que impiden, por el momento, que el crecimiento cuantitativo de la producción audiovisual tenga como correlato un desarrollo cualitativo. Sin dudas, como bien señalás, el temor a herir susceptibilidades o, simplemente, la indiferencia de algunos actores involucrados en la actividad son rémoras de las cuales hay que irse librando si queremos que, sobre el fin de año próximo, sea más extensa la lista de logros con la que podamos contentarnos.
    Hay un punto sobre el cual, en parte, disiento. Es cierto que, como bien decís, “problemas hay”; de lo que no estoy tan seguro es de que escaseen espacios adecuados donde discutirlos. Creo que esos espacios existen -lo que no quiere decir que no sea necesario sumar otros nuevos- sin embargo, lo que no se percibe es una voluntad por parte de las personas que están al frente de esos espacios para replantear y actualizar las condiciones con las que se produce y , especialmente, se enseña cine en nuestra ciudad. Y aquí quiero referirme específicamente al caso de la EPCTV. Aclaro que no soy docente, ni realizador, ni crítico de cine. Hablo desde mi humilde experiencia, que es apenas la de un “frustrado” estudiante de cine. Las comillas son para relativizar: la frustración es sólo al nivel de la enseñanza oficial, por la que transité en un período suficiente como para sacar algunas conclusiones y corroborar algunas otras que circulan, como un secreto a voces, entre personas que pasaron por la escuela, ya sea como alumnos o como docentes. No es inusual que, al hablar con alguno de ellos sobre el tipo de educación que brinda la escuela, terminen por recomendarte, bajo la forma de un consejo dicho como al pasar, que “vayas estudiando por tu cuenta”. Perfecto, estudiemos por nuestra cuenta: se da por descontado que cualquier estudiante, más aún si se trata de aquellos que eligen una carrera relacionada con el arte, no agota su interés ni sus inquietudes en el tiempo que permanece dentro del aula. Pero… ¿Y en el horario de cursado… qué hacemos? Cuatro horas diarias a cinco días a la semana es mucho tiempo, pero fácilmente puede volverse escaso si no se aprovecha como suele suceder en la EPCTV. Idas y venidas en colectivo para llegar la mayoría de los días a tu casa con la tranquilidad de haber dado el presente para no perder la regularidad de las materias, pero con el sinsabor de haber aprendido poco. Hablo desde mi experiencia, aunque no creo que difiera tanto de la de muchos alumnos de la escuela.
    El asunto es que no se logra comprender cuál es el perfil de la escuela, su identidad, en caso de que la tenga. Claramente el énfasis está puesto en la enseñanza de los aspectos técnicos del cine en detrimento de su aspecto artísticos. Sino no se entiende cómo en ningún momento –al menos del primer año- se aborda el cine en su desarrollo histórico, estudiando sus movimientos y tradiciones. Una escuela de cine sin cinefilia, parece ser la consigna. Recuerdo haber asistido a varias clases que consistían en el visionado de un documental. La clase comenzaba cuando el profesor le daba Play al dvd y finalizaba cuando se agotaba el metraje de la película. Antes, durante y después del film: muy poco, por no decir nada. Ni un comentario que contextualice, contadas y endebles acotaciones que sumadas no demandaban nunca más tiempo que el que se invertía en cada una de esas clases para tomar asistencia.
    De un modo similar se desarrolla el dictado de otras materias. La modalidad con que funcionan está más próxima a la de un taller, al estilo de los que suelen ofrecer los centros culturales, que a la de una cátedra del nivel superior de la enseñanza.
    No creo que el déficit educativo- por llamarlo de algún modo- de la EPCTV, sea responsabilidad del desempeño de profesores aislados cuya solución implique ponerse en policía para señalar caso por caso. Como en todos lados hay docentes que se apasionan por su trabajo y otros que funcionan en piloto automático. El asunto es entender si hay toda una disposición institucional que con el tiempo en vez de fortalecer la enseñanza haya ido creando un ámbito de trabajo proclive a la inconsistencia y al conformismo.
    Durante la última dictadura militar las facultades del país fueron diezmadas, no sólo por las lamentables desapariciones sino también por los cesanteos o el alejamiento voluntario del cargo por parte de docentes que consideraban el seguir dictando clases una forma de ser funcional al gobierno de facto. En tal contexto surgió una creativa forma de seguir formando alumnos por fuera del sistema educativo oficial: las llamadas Universidaddes de las catacumbas. Grupos de estudio que se reunían clandestinamente para difundir conocimientos que, censurados por la dictadura, habían dejado de circular por la educación oficial. Salvando las tremendas y obvias distancias del ejemplo con la situación actual, sería bueno que aquellos cuya voz tiene un considerable peso –críticos, docentes, realizadores- convengan mecanismos para que, en caso de considerarlo necesario, se revitalice la enseñanza en la EPCTV y que los alumnos no tengan que “salir a buscar afuera” al menos una buena parte de lo que dentro se les mezquina.

    P.D: Sé que muchas de las cosas que escribí pueden ser fácilmente refutadas; me refiero a lo anecdótico, que puede caer como así también sumar opiniones que lo refuercen, aún así creo que la idea esencial del texto permanece. El tono con que algunos tramos están escritos puede parecerse al de una tía gorda indignada. Sabrán disculpar. Lo cierto es que no es indignación lo que me llevó a escribir, simplemente quería comentar mi experiencia, visiblemente signada por el descontento de caer en la cuenta de que al tiempo que nuestra generosa educación pública nos ofrece la posibilidad de estudiar en una escuela de cine, ésta no está ni cerca de colmar mínimamente las expectativas de muchos alumnos que por allí pasan, incluso las de aquellos que se gradúan y guardan un justificado aprecio hacia la institución.

    P.D2: Te pido disculpas Fernando por abusar de tu espacio, el cual leo en cada actualización y aprovecho para felicitarte porque este blog es una muestra de que el aprendizaje del cine no se agota en el tiempo que pasamos frente a una pantalla y es también un digno ejemplo de aquellos espacios de reflexión y debate que consideras, sobre el final de tu artículo, que escasean.

  2. Javier:

    Antes que nada, te agradezco por tu comentario tan estimulante y bien expresado. Comprobar que alguien como vos leyó con atención lo que escribí y que comparte mis inquietudes es alentador.

    Te aclaro que cuando puse que no hay espacios donde discutir estos problemas no me refería a espacios físicos, sino a que quienes dirigen o coordinan esos espacios no generan encuentros ni oportunidades para discutir (discutir para encontrar soluciones y efectuar algunos cambios, claro, ya que la cosa no se agota en la discusión en sí). Te aclaro también que no me refería únicamente a las escuelas de cine: hay varias instituciones, oficiales y privadas, que deberían fomentar más y mejor la participación, la formación y el debate. De todas formas, como docente en escuelas de cine no puedo más que compartir con vos cierto desaliento que me provoca esa idea rectora cine=aspectos técnicos, restándole muchas veces importancia al conocimiento del lenguaje cinematográfico, las corrientes estéticas, la historia del cine como fuente de aprendizaje. Y algunas de las cosas que reclamás las tomo, en principio, para mí mismo, para mejorar como docente.

    Siempre deseé que ESPACIO CINE fuera un lugar donde debatir ciertas cuestiones, aunque pocos lo han entendido así. Me alegro que vos lo hayas elegido para expresarte, y que lo hayas hecho con esta sinceridad y seriedad. Muchas gracias por eso.

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